jueves, 30 de diciembre de 2021

Santa Lucía de Valdueza

Al llegar la primavera de aquel año 1993, cuando el  Colegio entraba en su mayoría de edad, se recibía de la Junta de Castilla y León una bolsa de sobres con unos 150 cromos de plantas comunes es nuestra Comunidad.

Aquel hecho arrojó más leña a una afición cultural que yo había avivado en el Instituto de Estudios Bercianos, donde habíamos organizado grupos de salida al campo y montaña en fines de semana, parado despertar el conocimiento y amor a nuestro entorno natural berciano. Encabezaban aquellos grupos los Licenciados don Domingo Carrasco y don Alberto Fernández.
Pues bien, ante aquellos cromos recibidos, soñé que  nuestros alumnos podían conocer todo aquel acervo de ciencias naturales. Si conocían todos los jugadores de fútbol de primera y segunda división, cómo no hacerlo con aquellos dos centenares de plantas. Sería algo insólito.
Solicité a la Consejería de Educación 60 sobres para los sesenta alumnos de los dos octavos de E.G.B. Repartidos, yo me encargaría de dedicar, cada día y en cualquier momento, unos minutos a mostrarles aquellos cromos y demandar sus respuestas.
Desde el primer día ya observé que respondían a porfía correctamente, así que organicé luchas en las clases hasta quedar un campeón en cada una. La hoguera estaba encendida y mi satisfacción no tenía límites.
"Una tarde parda y fría..." reuní en un aula los dos cursos de octavo, cada una con su campeón, para dirimir quién sería el campeón absoluto y qué clase se alzaba con el galardón de "conocer nuestras plantas."
Dos mesas en el centro y con todos alrededor, sentados o de pie, empezó el  spring final, celebrando cada bando los aciertos de su candidato, hasta repasar todos los cromos del álbum.
Acierto tras acierto, no hubo forma de caer en un error por las dos partes. Los ánimos  estaban ya más que tensos.
Ante tal tesitura, decidí dar el veredicto:
- Felipe Nespral y Santi, os declaró campeones "ex equo".
Hubo algarabía, aplausos y abrazos hasta que estalló el "campeones, ohé, ohé, ohé..."
Despedí el día, la tarde y el combate con estas palabras:
- Mañana os daré una noticia supercalifragilisticoespialidosa
- Bien!!!
La banda abandonó alborotada el aula sin tener muy claro cuál sería esa noticia. Suspense.
La noticia era el premio a su proeza de conocer sin un fallo todas las plantas y que al día siguiente iríamos todos al campo y la montaña para reconocer todo aquel acervo de plantas. Pasaríamos por La Placa, San Cristóbal-Toral, Orbanajo y Santa Lucía, cerca ya de la Aquiana.
Llegado el día, a las 9h en punto y delante de todo el colegio salió la comitiva rumbo a lo desconocido. Tendrían fuerzas?
Supieron pronto que Cuatrovientos se asienta en una terraza fluvial, que un día lejano fue " fluvius", un río; al bajar a La Placa, lo hicimos por la "cemba" primera que descendía al poblado en una segunda terraza fluvial; y de allí, por otra cemba, a la tercera terraza que es casi la del río Sil. Descendimos por la Senda de los Burros, los que el contratista F. Castillo        (constructor de nuestro Colegio) y otros utilizaban para ir y volver del río en fila india cargados de piedra en sus serones,..solos y sin perderse.
Atravesamos la Carretera de Orense y enseguida un modesto puente sobre el Sil, camino de Toral sin peligros.
Qué de plantas: llantén, cardo, malva, diente de león camomila, chirivitas, zapatitos de la Virgen..
Los árboles aparecieron frondosos en la galería de río: chopos, sauces, salgueros, fresnos,  alisos...
Costó tiempo en llegar al vetusto puente de San Cristóbal. Justo antes de de cruzar había un solar poblado de " celidonia" hierba cuya savia amarilla destruye las verrugas. Y tras el puente medieval sobre el río Oza, la plaza de Total de Merayo que abraza escuelas, pistas de juego, el bar y la ermita del Cristo del Nogaledo que concita el sentimiento religioso del pueblo y comarca.
Siguió una travesía entrañable del pueblo con sus corredores y tipismo

A la salida oriental, nos topamos con la imponente iglesia parroquial del Salvador,  de estilo neoclásico, con su impresionante fachada flanqueada por dos torres y por un tímpano o frontón central, lo que nos recuerda tiempos de bonanza para este municipio, hoy adscrito a Ponferrada. A su lado, el respetable cementerio, cuidado con gusto y  ambientado por plateados olivos, con su carácter de árboles sagrados.
La ruta asfaltada asciende para llevarnos a la renombrada ladrillera de los Arias. Allí recordaron a nuestros alumnos que sus casas estaban hechas con este ladrillo. Como anécdota, relataron que un anciano de Cuatrovientos se había presentado un día en la fábrica  solicitando ladrillo para una chabola, pero que cuando acabaron de surtir la tal chabola, habían servido un millón de ladrillos. Era don Nicolás y su *chabola*.
Nos explicaron que por debajo de nuestros pies pasaba el Canal de Cornatel, que nace en la Fuente del  Azufre y desagua en las turbinas de Campañana, después de atravesar bajo tierra la ciudad de Ponferrada.
Nuestra ruta discurre ya entre viñedos y almendros que se dice fueron plantados en toda la Comarca para paliar la muerte de las cepas, provocada por la *filoxera*, enfermedad procedente de América que atacó al viñedo francés en el s. XIX y, con el tiempo, al viñedo español hasta 1930 aproximadamente.
Avistábamos ya la aldea de Orbanajo donde nuestra marcha encaró una larga pendiente hasta Santa Lucía. Llamó la atención de los jóvenes montañeros que los gallos, gallinas, pollos y otros animales andaban sueltos en busca de su sustento.
La pista de firme pizarroso se alargaba  por la cresta de la montaña con profundos valles a sus costados. En algún punto, la pista había sufrido un derrumbe o argallo que dificultaba el paso de vehículos.
Nos estaba esperando una sorpresa para no olvidar.  En la montaña había una nave para criar ganado vacuno, caprino y ovino. Aquella noche los lobos hambrientos habían atacado ferozmente la majada que fue defendida a muerte por sus mastines guardianes cuyos cuellos protegían unas carrancas formidables. Al vernos llegar, se acercaron prestos a saludarnos moviendo sus colas en gesto acogedor y amistoso. En su piel se apreciaban todavía unas heridas sangrantes, reflejo de aquella cruel y leal batalla nocturna a dentelladas.

La reacción del grupo de exploradores fue la de acercarse a ellos que, mansamente, se dejaron colmar de atenciones y caricias...hasta con alguna lágrima. Les hacían preguntas.. cuántos eran?    No respondían, pero parecían entender con su mirada dulce.
Impresionante. Nos costó despedirnos de aquella estampa pastoril, mas la meta soñada estaba ya cerca y alcanzarla era un empeño.
- Nos vemos al volver.
Llegamos, por fin. La huella que te deja la experiencia de un pueblo totalmente abandonado no se olvida.
La iglesia la vimos convertida en majada segura para el ganado; las casas dejaban ver su largo Abando y el pillaje detestable de pastores y pasantes. Algún párroco dejó allí cuatro olivos en oración.
Alguien me advirtió de unas amarillentas cartas  sobre el alféizar de una ventana, caídas de la bolsa delantera de un calendario de cartón repujado con un hermoso paisaje y aves de colores y en relieve. Alcancé a ver su remite: Argentina
Con todo respeto la abrí, adivinando las profundas penas que dejan en padres, abuelos y hermanas  la ausencia lejana o sin noticias de los hijos que se fueron buscando el oro, progreso y trabajo que aquí no había. Me pareció sentir un arco iris de amor y dolor que unía España con Argentina, con toda nuestra Hispanoamérica.
Con un beso de afecto sincero, puse aquella carta en la bolsa de calendario de cartón.
Después de recorrer la aldeanos sentamos a comer, entre hierbas y plantas, junto al murmullo cantarín de la vieja fuente, otrora lavadero y abrevadero del pueblo.
Desde allí, como lo hicieron durante siglos sus habitantes, contemplábamos, valle por medio, la cumbre de la Aquiana con su ermita desdentada donde murió en gris soledad el monje benedictino, don Álvaro, Señor de Bembibre; la  Carretera de Sanabria, de don Miguel Primo de Rivera, que tantos bercianos divisamos como una línea rasgada en la montaña hacia la cumbre del Campo de las Danzas donde cabreireses y bercianos celebran cada año la romería de la Virgen de la Aquiana, en el entorno de una fresca fuente providencial.
Quién no sueña desde tan privilegiada Santa Lucía de VALDUEZA!?
Declinaba la tarde y , con sentida nostalgia, emprendimos el regreso de aquel periplo, sin perder aquel olfato que buscaba plantas y flores por doquier
...carqueixa, brezos, urces y rebollos, tomillo, escobas y retamas, tojos y piornos.
Llegando a Orbanajo, nos detuvimos a oír el gemido del pinar, experiencia mágica.
En el camino de vuelta, admirábamos el paisaje, más era una visión desde otro punto. También la luz solar creaba nuevos panoramas pintados por distintas sombras y luces, haciéndonos recordar las doce catedrales de Monet en Rouen.
 Debe ser cierto que +bajando todos los santos ayudan+, pues llegamos a casa más raudos y por ende en menos tiempo que subimos.
Tengo por seguro que este premio y aventura deja en todos nosotros muchos nombres de plantas y semillas que el tiempo hará rebrotar.

*Francisco Quindós Folgueral*
28 de diciembre se 2021
EN EL CINCUENTENARIO DEL COLEGIO P. JESÚS MAESTRO

sábado, 11 de diciembre de 2021

Concurso de Belenes

 Corrían los años 98 ,99  y 2000 cuando el Ministerio de Educación había decidido impulsar la Formación Profesional que formará mano de obra y creará empleo, como ocurre hoy.

Se creó la clase de Pretecnología sin ninguna preparación específica del profesorado ad hoc. Doña Juanita se hizo cargo de ese cometido. En verano recorrimos Madrid en busca de proyectos ilusionantes.

Cuando se acercaba la Navidad, se pensó en preparar un belén. Fueron meses de fiebre e ilusión. La clase de Pretecnología se transformó en un espacio donde se levantaban tarimas, surgían aldeas, montañas, rebaños, manantiales de verdad, molinos de viento motorizados y hasta un acordeonista que entonaba el "Gingle Bell".

Todas las clases aportaban y las familias seguían la marcha de aquel proyecto para echar una mano en la electricidad (Qué nube de cables bajo el belén), la carpintería, la fontanería...

Llegada la fecha, no faltaron sustos como el apagón. Había que repasar todas las conexiones, porque iban a llegar los miembros del jurado municipal y nos iba la vida en ello.

Alumnos y alumnas se prepararon a conciencia para presentar cada faceta de aquella obra en la que se había puesto todo el saber y cariño. María Acebes al frente de las chicas y Dani "el Chati", por los chicos, estaban entrenados y dispuestos a lucir su galanura. 

Y llegó el día del jurado. Los concejales, Don Manuel y D. Tarsicio, recibieron una afable y afectuosa acogida por parte de todos que les ganó el corazón.

Todo fue sobre ruedas y hasta el viejo acordeonista entonó con dulzura aquel "Ha llegado la Navidad".

El fallo fue: "Campeones, Colegio Jesús Maestro".

En los sucesivos días pasaron por el belén todas las clases con sus poemas y villancicos y todas las familias del Colegio.

Siendo mucha la alegría, aún lo fue mucho más, porque eso se repitió tres años seguidos. Profesores afectos de otros colegios decían: "Mientras esté doña Juanita, no tenemos nada que hacer".

Doña Juanita fue maestra de nuestro centro durante 37 años.

Excursión al Parador de los Ancares 1983-1984

 Al acabar el curso 1983-84, el Colegio P. "Jesús Maestro" cumplía trece años, pues había sido inaugurado en 1971, después de varios años con   aulas en Fuentesnuevas y en varios bajos  de casas en el barrio de Cuatrovientos.

Así fueron los comienzos de la Enseñanza Pública de un barrio nacido hacia 1941. Antes, hubo academias y clases particulares.
   El Colegio lo exigía el impulso poblacional y lo promovía doña Trinidad Crespo Alvarez, renovadora de la enseñanza e inmuebles en todos los municipios del Bierzo. Justa mención y reconocimiento a quien visitó repetidamente todas las escuelas, maestros y alcaldes tanto en el llano como en la montaña.
Solíamos hacer excursiones excursiones de fin de curso y otras salidas. Me dicen que fuimos los primeros en esa iniciativa que acostumbraba  a ir a las costas mediterráneas.
En el año citado, cambiamos la playa por la montaña, para ir al Parador de los Ancares, obra del ministro Fraga Iribarne.
La fecha tan esperada para los alumnos de octavo, llegó.
"Que por mayo, era por mayo, cuando hace la calor..." los padres se organizaron para llevarnos allá.
Tras la despedida de las familias, salió el cortejo atravesando Camponaraya con su reloj, sus bodegas y la industria del cristal;  Cacabelos con sus vinos, la Moncloa, San Roque, las Angustias y el puente sobre el río Cúa; Villafranca, la del Castillo de Peña Ramiro, San Francisco, la Puerta del Perdón, Conventos, los Paules, la Colegiata y su calle del Agua, antes de Ribadeo que esperaba el tren.
Llegamos luego a Trabadelo, la Portela y Ambasmestas donde giramos hacia Quintela y Balboa con su noble iglesia y Castillo en ruinas.
Acotamos que hoy el Bierzo es tierra de castillos: Ponferrada, Sarracín, Balboa y Cornatel todos felizmente restaurados.
Pasado Balboa, la ruta serpentea para subir al biprovincial Portelo, bajar a Puente Doiras y ascender hasta la Campo de Degrada,  "carrefour" donde nos esperamos,  para hacer juntos la entrada al Parador donde hubo saludos al personal y un vistazo al comedor y dormitorio que albergarían a sus hijos una "semaniña enteira."
Siguió luego un distendido reconocimiento del entorno y sonó la hora de almorzar, sentados en larga
.mesa en la que no faltaron el caldo gallego y el lacón con grelos.
Henchidos de entusiasmo con pequeño zurrón y cantimplora , avanzamos hasta las cumbres de la Sierra de Ancares,  todas de altitud cercana a los dos mil metros.
La primera meta fue Tres Obispos, remedo de Peña Trevinca.
Tras trepar por rocas de granito y otear el inmenso paisaje que desde allí se divisaba, hubo que aclarar lo de los tres obispos que nadie veía, ya que los Ancares son parte de tres provincias: Lugo, León y Oviedo.
Retozamos allí un par de horas, acercándonos a la cumbre más occidental de Peña Rubia, conocida por su refrescante fuente.
Con toda parsimonia, fuimos retornando a la base de nuestras incursiones.
Una fresca ducha, toque de fagina y cena amena de comentarios de lo visto y sentido.
Hubo un tiempo de juegos, bar, sofá,TV y ...toque de retreta con escalada a lo alto del inmueble. Alli nos esperaban colchonetas y mantas sobre tarima flotante y pulida de roble.
Algunas madres habían insinuado algún problema de sueño, pero, antes de diez minutos, cayó sobre aquella estampa un silencio sepulcral hasta el amanecer.
Algunos despertaron temprano y se  descolgaron sigilosos hasta la escalinata de piedra que peraltaba el edificio. Allí tuvieron la mágica experiencia de mirar al orto, contemplar el crepúsculo rosicler de la mañana y la solemne ascensión  del sol que  pintaba de luz y colores aquellos valles y montañas donde las aves con sus vuelos y trinos ponían una nota de alegría.
Pronto bajaron todos al desayuno y salimos con calma hacia Tres Obispos, para volver a escalar sus rocas y crestas con piernas ágiles y frescas.
La siguiente cumbre fue el Mostallar, palabra leonesa que significa mostajo, serbal o alcapudre, árbol típico ancarés, con sus hojas pinnadas cual pluma de ave y bayas rojas. Cerca, una mata de acebo de hojas coriáceas y bayas rojas también. Era el refugio y alimento para el exótico urogallo, así como tres grados más de calor en las gélidas noches y días invernales.
Todos subidos en las crestas de la Sierra, comentamos que, al norte, abesedo, estaban los pinares y neveros de la provincia lucense; al sur, solana, tierras del Reino de León que, hace doscientos años fueron de la frustrada "Provincia del Bierzo"
 cuyo segundo centenario estamos recordando.
Alguien sugirió: - Qué tal si comemos aquí?
Dicho y hecho.
  Pronto, saltando de roca en roca, como vadeando un río, nos fuimos acercando a la cumbre del Piornedo, palabra derivada de piorno, arbusto familia de la retama y la escoba que pintan de amarillo aquel paisaje.
   Desde aquella cima, 
 admiramos toda la "Olla Berciana" y la meridional Aquiana  con sus valles, riberas y pueblos.
Era un adiós a todo el Bierzo y a la siguiente cumbre, Miravalles, reina de los Ancares, que vemos destacar en el horizonte desde nuestro Cuatrovientos.
   Las chicas, siempre en cabeza, descubrieron alborozadas, al norte, una pista de esquí: una vallina con nieve, lujuriosos pastos y una aldea al fondo.
En un grupo de adolescentes, nunca falta un valiente que se atreva a un gran slalon de descenso.
Ni  qué decir que nadie quisimos ser menos.
El descenso y exigía bajar sentados, con las manos sobre la nieve a modo de remos.
Al frío insoportable de aquel roce, soltábamos los remos y perdíamos la compostura para llegar embalados a la pradera encharcada  boca arriba, con la cabeza por delante soltando chorros de agua a cada lado cual barcas en el mar.
El valle hacía más sonoras las risas de la tropa.
Entramos luego en la aldea de Piornedo, siendo retenidos por aquellas pallozas milenarias y sus regatos.
Al lado norte del pueblín, nos esperaba la ruta asfaltada que nos llevaría a la Campa de Degrada.
  Echamos a andar con frenesí, pero Chema se metió en un fértil maizal a "remojar los garbanzos."
Pasados unos minutos, alguien reparó en que el intruso no volvía.  Un exiguo grupo fuimos a buscarlo dando estentóreas voces.
Supimos más tarde que, desorientado y nervioso, había salido al fondo opuesto del maizal donde encontró un camino hondo y solitario que le devolvió a la aldea.
Ojo, no perdamos el respeto al monte ni a un maizal, nos puede salir cara esa inconsciencia.
   Atardecia y las carrocetas y camiones de las madereras retornaban a sus aldeas, tras una jornada de sierra, arrastre y apilar pinos. Al pasar, vieron al chaval y lo auxiliaron.
El grupo de rescate volvió a la carretera sin el  desaparecido, pero  el prófugo ya no estaba en aquel lugar.
De súbito sentimos amarga angustia, anochecía.
A paso ligero, alcanzamos al grueso del grupo que con sus voces, a distancia, desvanecieron nuestros peores temores.
Subimos raudos la cuesta sin sentirla.
En  Degrada , nos juntamos todos en el bar de la Campa, para partir pronto hacia nuestro albergue donde nos esperaba una fresca ducha, una rica cena y un dormir como lirones, tras un dia tan repleto de sorpresas y  emociones.
Nuestra estancia iba a finalizar con el nuevo día.
La última salida sería hacia el oeste de Degrada, en dirección a San Román de Cervantes que nos recordaba a los quijotes y sanchos que  pululamos por España y por el mundo. En Galicia se dice que Miguel Cervantes Saavedra era oriundo de estos lares que hoy recorremos.
La bajada por una pista de tierra era pronunciada, aunque se compensaba con una mañana acogedora.
Bajamos hasta la aldea de Quindós  con su palacio del siglo XVI. No poca curiosidad despertaba en nosotros ese apellido tan extendido por el Bierzo y el mundo, pues yo tengo un libro, comprado en Barcelona, titulado: " Los Quindós en el mundo.". Entre nosotros venían dos apellidos Quindós.
Allí comimos y descansamos para luego volver al punto de salida, por una senda que bordeaba un arroyo cantarín, con fuentes, sombra y pequeños remansos con una fauna rica.
En uno de ellos, Chema encontró varias serpientes pequeñas y las exhibia en la mano, cosa a la que no todos de atrevieron.
Querían traerlas para casa, a lo que sugerí que mejor las atendería su madre y las dejaron en su hábitat.
Enseguida alcanzamos una pista forestal sin pendiente que nos llevó a la Campa de nuestros encuentros.
En su oportuno bar, nos entretuvimos con un partido internacional de España.
Ya de camino al Parador volvíamos la vista atrás, para despedirnos de aquella lenta y romántica puesta de sol en los confines de Galicia.
Llegado el día final de nuestra experiencia, decidimos añadir un desafío más bajando a pie hasta Villafranca, monte a través.
Así que atravesamos la reserva de caza en la que pudimos ver de paso corzos, rayones y hasta un huidizo lobo.
Afrontamos valientemente un repecho sin camino siguiendo las sendas que trazaban las vacas del monte para subir con menos esfuerzo.
Los odiosos incendios habían dejado los troncos y de los piornos tan quemados que nos tiznaban la cara, manos y ropa, amenazando seriamente los ojos.
A esos ennegrecidos tronquitos llamaban las gentes de la región " gabuzos", en pasados tiempos sin luz en los pueblos y casas.
Se colgaban de las pregancias y se encendía la punta colgante. Su calor hacía una brisilla ascendente que mantenía incandescente aquella pavesa, cuya lucecilla les orientaba y daba compañía en aquellas largas y oscuras noches de tanta soledad.
   Resoplando alcanzamos la cima. Sólo nos quedaba bajar y bajar a la vera del río Porcarizas y Burbia.
Pasados Villar de Acero, la Vegueliña, Ribón y los Cascallos, la tarde ya iba cayendo. Sólo anhelábamos divisar los coches de los padres que, presintiendo nuestro cansancio, se adelantaron en nuestro auxilio. Dicen que una ayuda, hasta en el infierno.
   Nos esperaba la vieja Charola de Villafranca y una opípara cena de dieciséis, 16 platos en el menú. 
Fue el mejor colofón que merecían nuestras hazañas por Sierra de Ancares, adonde ya pensábamos volver algún día no lejano.          Sentimos la felicidad que sigue al esfuerzo en todo.
  8 - 12 - 2021
EN EL CINCUENTENARIO DEL COLEGIO P. "JESÚS MAESTRO"

Con mis amigas teníamos fundado "el club de la Paz"

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