Al llegar la primavera de aquel año 1993, cuando el Colegio entraba en su mayoría de edad, se recibía de la Junta de Castilla y León una bolsa de sobres con unos 150 cromos de plantas comunes es nuestra Comunidad.
Aquel hecho arrojó más leña a una afición cultural que yo había avivado en el Instituto de Estudios Bercianos, donde habíamos organizado grupos de salida al campo y montaña en fines de semana, parado despertar el conocimiento y amor a nuestro entorno natural berciano. Encabezaban aquellos grupos los Licenciados don Domingo Carrasco y don Alberto Fernández.
Pues bien, ante aquellos cromos recibidos, soñé que nuestros alumnos podían conocer todo aquel acervo de ciencias naturales. Si conocían todos los jugadores de fútbol de primera y segunda división, cómo no hacerlo con aquellos dos centenares de plantas. Sería algo insólito.
Solicité a la Consejería de Educación 60 sobres para los sesenta alumnos de los dos octavos de E.G.B. Repartidos, yo me encargaría de dedicar, cada día y en cualquier momento, unos minutos a mostrarles aquellos cromos y demandar sus respuestas.
Desde el primer día ya observé que respondían a porfía correctamente, así que organicé luchas en las clases hasta quedar un campeón en cada una. La hoguera estaba encendida y mi satisfacción no tenía límites.
"Una tarde parda y fría..." reuní en un aula los dos cursos de octavo, cada una con su campeón, para dirimir quién sería el campeón absoluto y qué clase se alzaba con el galardón de "conocer nuestras plantas."
Dos mesas en el centro y con todos alrededor, sentados o de pie, empezó el spring final, celebrando cada bando los aciertos de su candidato, hasta repasar todos los cromos del álbum.
Acierto tras acierto, no hubo forma de caer en un error por las dos partes. Los ánimos estaban ya más que tensos.
Ante tal tesitura, decidí dar el veredicto:
- Felipe Nespral y Santi, os declaró campeones "ex equo".
Hubo algarabía, aplausos y abrazos hasta que estalló el "campeones, ohé, ohé, ohé..."
Despedí el día, la tarde y el combate con estas palabras:
- Mañana os daré una noticia supercalifragilisticoespialidosa
- Bien!!!
La banda abandonó alborotada el aula sin tener muy claro cuál sería esa noticia. Suspense.
La noticia era el premio a su proeza de conocer sin un fallo todas las plantas y que al día siguiente iríamos todos al campo y la montaña para reconocer todo aquel acervo de plantas. Pasaríamos por La Placa, San Cristóbal-Toral, Orbanajo y Santa Lucía, cerca ya de la Aquiana.
Llegado el día, a las 9h en punto y delante de todo el colegio salió la comitiva rumbo a lo desconocido. Tendrían fuerzas?
Supieron pronto que Cuatrovientos se asienta en una terraza fluvial, que un día lejano fue " fluvius", un río; al bajar a La Placa, lo hicimos por la "cemba" primera que descendía al poblado en una segunda terraza fluvial; y de allí, por otra cemba, a la tercera terraza que es casi la del río Sil. Descendimos por la Senda de los Burros, los que el contratista F. Castillo (constructor de nuestro Colegio) y otros utilizaban para ir y volver del río en fila india cargados de piedra en sus serones,..solos y sin perderse.
Atravesamos la Carretera de Orense y enseguida un modesto puente sobre el Sil, camino de Toral sin peligros.
Qué de plantas: llantén, cardo, malva, diente de león camomila, chirivitas, zapatitos de la Virgen..
Los árboles aparecieron frondosos en la galería de río: chopos, sauces, salgueros, fresnos, alisos...
Costó tiempo en llegar al vetusto puente de San Cristóbal. Justo antes de de cruzar había un solar poblado de " celidonia" hierba cuya savia amarilla destruye las verrugas. Y tras el puente medieval sobre el río Oza, la plaza de Total de Merayo que abraza escuelas, pistas de juego, el bar y la ermita del Cristo del Nogaledo que concita el sentimiento religioso del pueblo y comarca.
Siguió una travesía entrañable del pueblo con sus corredores y tipismo
A la salida oriental, nos topamos con la imponente iglesia parroquial del Salvador, de estilo neoclásico, con su impresionante fachada flanqueada por dos torres y por un tímpano o frontón central, lo que nos recuerda tiempos de bonanza para este municipio, hoy adscrito a Ponferrada. A su lado, el respetable cementerio, cuidado con gusto y ambientado por plateados olivos, con su carácter de árboles sagrados.
La ruta asfaltada asciende para llevarnos a la renombrada ladrillera de los Arias. Allí recordaron a nuestros alumnos que sus casas estaban hechas con este ladrillo. Como anécdota, relataron que un anciano de Cuatrovientos se había presentado un día en la fábrica solicitando ladrillo para una chabola, pero que cuando acabaron de surtir la tal chabola, habían servido un millón de ladrillos. Era don Nicolás y su *chabola*.
Nos explicaron que por debajo de nuestros pies pasaba el Canal de Cornatel, que nace en la Fuente del Azufre y desagua en las turbinas de Campañana, después de atravesar bajo tierra la ciudad de Ponferrada.
Nuestra ruta discurre ya entre viñedos y almendros que se dice fueron plantados en toda la Comarca para paliar la muerte de las cepas, provocada por la *filoxera*, enfermedad procedente de América que atacó al viñedo francés en el s. XIX y, con el tiempo, al viñedo español hasta 1930 aproximadamente.
Avistábamos ya la aldea de Orbanajo donde nuestra marcha encaró una larga pendiente hasta Santa Lucía. Llamó la atención de los jóvenes montañeros que los gallos, gallinas, pollos y otros animales andaban sueltos en busca de su sustento.
La pista de firme pizarroso se alargaba por la cresta de la montaña con profundos valles a sus costados. En algún punto, la pista había sufrido un derrumbe o argallo que dificultaba el paso de vehículos.
Nos estaba esperando una sorpresa para no olvidar. En la montaña había una nave para criar ganado vacuno, caprino y ovino. Aquella noche los lobos hambrientos habían atacado ferozmente la majada que fue defendida a muerte por sus mastines guardianes cuyos cuellos protegían unas carrancas formidables. Al vernos llegar, se acercaron prestos a saludarnos moviendo sus colas en gesto acogedor y amistoso. En su piel se apreciaban todavía unas heridas sangrantes, reflejo de aquella cruel y leal batalla nocturna a dentelladas.
La reacción del grupo de exploradores fue la de acercarse a ellos que, mansamente, se dejaron colmar de atenciones y caricias...hasta con alguna lágrima. Les hacían preguntas.. cuántos eran? No respondían, pero parecían entender con su mirada dulce.
Impresionante. Nos costó despedirnos de aquella estampa pastoril, mas la meta soñada estaba ya cerca y alcanzarla era un empeño.
- Nos vemos al volver.
Llegamos, por fin. La huella que te deja la experiencia de un pueblo totalmente abandonado no se olvida.
La iglesia la vimos convertida en majada segura para el ganado; las casas dejaban ver su largo Abando y el pillaje detestable de pastores y pasantes. Algún párroco dejó allí cuatro olivos en oración.
Alguien me advirtió de unas amarillentas cartas sobre el alféizar de una ventana, caídas de la bolsa delantera de un calendario de cartón repujado con un hermoso paisaje y aves de colores y en relieve. Alcancé a ver su remite: Argentina
Con todo respeto la abrí, adivinando las profundas penas que dejan en padres, abuelos y hermanas la ausencia lejana o sin noticias de los hijos que se fueron buscando el oro, progreso y trabajo que aquí no había. Me pareció sentir un arco iris de amor y dolor que unía España con Argentina, con toda nuestra Hispanoamérica.
Con un beso de afecto sincero, puse aquella carta en la bolsa de calendario de cartón.
Después de recorrer la aldeanos sentamos a comer, entre hierbas y plantas, junto al murmullo cantarín de la vieja fuente, otrora lavadero y abrevadero del pueblo.
Desde allí, como lo hicieron durante siglos sus habitantes, contemplábamos, valle por medio, la cumbre de la Aquiana con su ermita desdentada donde murió en gris soledad el monje benedictino, don Álvaro, Señor de Bembibre; la Carretera de Sanabria, de don Miguel Primo de Rivera, que tantos bercianos divisamos como una línea rasgada en la montaña hacia la cumbre del Campo de las Danzas donde cabreireses y bercianos celebran cada año la romería de la Virgen de la Aquiana, en el entorno de una fresca fuente providencial.
Quién no sueña desde tan privilegiada Santa Lucía de VALDUEZA!?
Declinaba la tarde y , con sentida nostalgia, emprendimos el regreso de aquel periplo, sin perder aquel olfato que buscaba plantas y flores por doquier
...carqueixa, brezos, urces y rebollos, tomillo, escobas y retamas, tojos y piornos.
Llegando a Orbanajo, nos detuvimos a oír el gemido del pinar, experiencia mágica.
En el camino de vuelta, admirábamos el paisaje, más era una visión desde otro punto. También la luz solar creaba nuevos panoramas pintados por distintas sombras y luces, haciéndonos recordar las doce catedrales de Monet en Rouen.
Debe ser cierto que +bajando todos los santos ayudan+, pues llegamos a casa más raudos y por ende en menos tiempo que subimos.
Tengo por seguro que este premio y aventura deja en todos nosotros muchos nombres de plantas y semillas que el tiempo hará rebrotar.
*Francisco Quindós Folgueral*
28 de diciembre se 2021
EN EL CINCUENTENARIO DEL COLEGIO P. JESÚS MAESTRO
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